Párate un momento a pensar. ¿Cuántas cosas te preocupan? Muchas, ¿verdad? Y es que vivimos constantemente preocupados. Preocupados por encajar en la sociedad, por saber cuál es nuestro papel y qué queremos ser en el futuro. Preocupados por nuestra ropa, por nuestro peinado, por nuestro cuerpo, por el grano que nos acaba de salir, por nuestra imagen. Preocupados por gustar en todo momento. Preocupados por encontrar los amigos adecuados, el amor perfecto y la vida que siempre hemos planeado. Preocupados por el tiempo que malgastamos sin hacer nada porque sabemos que los días que pasan jamás volverán. Preocupados por querer vivir deprisa, por no poder hacer tantas cosas que habíamos soñado, por que al final las cosas no salgan como habíamos imaginado. Preocupados por encontrar la felicidad y que no se nos escape de los dedos. Preocupados por si la tristeza vuelve a visitarnos. Preocupados por aprobar el examen, por sacarnos el carnet del coche, por encontrar un curro. Preocupados por el mañana, por el qué pasará y qué será de nosotros. Preocupados por el miedo a fracasar. Preocupados por el qué dirán. Preocupados por si nos pillan cuando estamos solos y somos realmente nosotros mismos, sin todas esas preocupaciones.
Si acabamos obsesionados con todas estas preocupaciones, éstas condicionarán nuestra forma de actuar y no estaremos viviendo nuestra vida, sino la de los demás.
Párate un momento a pensar. ¿Qué es que lo que realmente quieres? Estoy seguro de que es algo diferente a lo que estás haciendo pero no te atreves a hacer, precisamente por todas esas preocupaciones. Es momento de dejar tus miedos atrás y preocuparte sólo de una cosa. Empezar a vivir tu propia vida. Pero vívela de verdad y no te quedes a medias. Que valga la pena, pero sobre todo, que valga la vida.
@elchicodecuadros
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