CATÁLOGOS DE IKEA

noviembre 19, 2017

Nos pasamos la vida buscando al chico o la chica perfecta. Alguien de características similares con quien compartamos aficiones, gustos, inquietudes, intereses, metas y sueños.
Buscamos el amor como quien ojea un catálogo de Ikea y elige el mueble que más le gusta. Hacemos preguntas que parecen sacadas de un test de revista para saber cuánto de compatibles somos. Más que buscar el amor parece que estemos examinando a nuestro posible candidat@ para saber si es apt@ o no para ocupar un lugar tan importante en nuestras vidas. Actuamos repitiendo siempre el mismo proceso mecanizado y apenas dejamos sitio a la espontaneidad. Creemos que si encontramos a alguien que cumpla los requisitos saldrá bien. Como si eso nos asegurara algo. Pero aún así lo creemos. Y nos equivocamos. 
Está visto y comprobado. A veces no basta con superar todo ese proceso. A veces ni siquiera es necesario. Porque a veces, simplemente sucede.
Porque el amor no se trata sólo de encajar a la perfección con una persona, sino de sentir.
Y cuando eso ocurre a la mierda todo lo demás...
Porque el amor llega sin avisar, nos pilla en pijama y con las zapatillas de andar por casa y lo invitamos a entrar. Le hacemos un sitio en el sofá, en los cajones, en el armario y acaba instalándose para siempre. Nos sorprende con momentos que suenan a carcajadas, a susurros, a besos, a orgasmos. Nos sentimos como en casa en cualquier rincón del mundo. Y se convierte en nuestro hogar.
Cuando eso sucede, a la mierda lo que digan los tests. Porque hay personas que nos sorprenden, que llegan sin preguntar, y el amor a veces no necesita respuestas.

@elchicodecuadros


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